Queridos amigos y lectores, soy responsable del equipo de intervención domiciliaria en Servicios de Teleasistencia, también formo parte de la junta directiva de la Sociedad Aragonesa de Medicina de Urgencias y Emergencias como Vicepresidente 4º y/o representante de técnicos en Emergencias en Aragón.
Con toda la polvareda y actos públicos que ha levantado la Ley de la Dependencia, las incógnitas y la falta de información, hacen que las ideas individuales revoloteen sobre nuestras cabezas llevándonos casi siempre a conclusiones pesimistas que nos recortan la ilusión del día a día. Por eso, quiero haceros partícipes de mi vivencia anterior en el mundo de las emergencias sanitarias y, poder así, aportar esa experiencia al creciente sector social, donde las emergencias son también una realidad.
He estado catorce años en el tercer pilar, la sanidad. Hace ahora veinte años, la realidad del sector era muy diferente a la de hoy. Recuerdo, por ejemplo, que desde Zaragoza acudíamos con las ambulancias a toda la provincia a realizar urgencias, no existían las uvis móviles y en las ambulancias, con camilla pero sin patas, fallecía la gente sin ningún tipo de asistencia en el traslado. También los accidentes de tráfico eran atendidos de la misma manera, cargar y trasladar, olvidando la parte del transporte sanitario más importante, la asistencia. En aquellos años éramos meros transportistas, de hecho se nos obligaba a tener hasta el carnet de taxista como único requerimiento necesario para entrar a trabajar, en muchas ocasiones no se tenía ni el carnet especial que exigía la ley.
Las jornadas eran muy largas, iban desde las diez horas hasta que el cuerpo aguantaba, mi record estuvo en 32 horas parando sólo a comer, la carretera era tu amiga y aliada, nos respetábamos y nos llevábamos bien; los transplantes, las diálisis, los quemados, etc. había que trasladarlos a otros hospitales de referencia, a Madrid a Barcelona… Recuerdo a un camionero que me enseñó una larga noche a tomar Coca-Cola con café, me prometió que con eso no me dormiría y llegaría desde Granada salvo a casa… no lo he vuelto a probar.
Me recuerdo solo, en un accidente en la carretera de Madrid, un coche volcado con sus ocupantes dentro con sus cabezas hacia el suelo y cómo entre las personas que pararon a auxiliar y mi buena voluntad, los sacamos a tirones entre los vapores soporíferos de la gasolina. Luego uno a mi camilla y otro extendido en una furgoneta, ese fue todo su auxilio, si me permitís llamarlo auxilio. Pero eso no era ilegal, era lo que había, no había nada más, no había más Uvis, ni ambulancias de soporte vital, ni centros de control como el 061 ni el 112, nadie tenía móvil, ¿parece increíble verdad?
Recuerdo con mucho cariño que la primera Uvi móvil concertada con Insalud fue en Zaragoza, vino la Reina de España a inaugurarla. La llamábamos la 40, era una Fiat Ducato, llevaba cuatro aparatos mal puestos y con un conductor y un ayudante; el médico estaba localizado, en su casa o donde quisiera. Estos primeros profesionales fueron valientes entregados a su ilusión y todavía no somos conscientes de lo que consiguieron, gracias a ellos se demostró la utilidad de los médicos en los domicilios, lo que daba un giro radical ya que en aquellos años los pacientes iban al médico y no el médico a ellos. Fueron dos jóvenes inconscientes que pararon su vida para dedicarse en cuerpo y alma a esta tarea. En estos comienzos cuando había una emergencia que requería una Uvi, el conductor y el ayudante acudían al domicilio mientras que el médico iba con su coche, atendíamos los tres y luego el médico se iba en la Uvi y el ayudante en el coche del médico.
Hoy en día hay 061, 112, redes de Uvis por todo Aragón, ambulancias de soporte vital básico equipadas para convertirse en Uvis con los médicos de los centros de salud; están distribuidas por comarcas y por ratios de atención, siempre van dos técnicos formados para hacer su trabajo… nada es igual, ¡claro que hay que mejorarlo!, pero ahora las responsabilidades están escritas, y se conocen las normas del juego, leyes que lo regulan… yo siempre mantendré que trabajábamos más con las manos y con las piernas que con la cabeza, nos dedicábamos a cargar y a trasladar, así evitábamos la atención al paciente por carecer de conocimientos.
Ante la carencia de leyes que regularan la formación del técnico, las empresas optaron por dar esa formación, se hicieron libros de texto para técnicos y se acreditó una academia de formación. La Sociedad científica SEMES apostó por la figura del técnico en emergencias y hoy en día estamos a la espera de la formación reglada para este puesto de trabajo.
Desde esta vivencia y cuando me hablan del cuarto pilar, veo mi pasado en la sanidad, y creo que va a seguir una trayectoria muy parecida. En mi pasado existían hospitales y centros de salud que han evolucionado muy poco, también ahora existen residencias y centros de día. La formación del sector sanitario era muy escasa, igual que ahora en nuestro sector social. En el sector sanitario, gracias a sindicatos y a asociaciones como a la que yo pertenezco y colegios profesionales, hay una gran oferta de cursos formativos digna de elogiar.
Entonces no existían 061 ni 112, pero existía una empresa privada concertada con la administración: “Ambulancia Azul” que hacía el mismo papel, coordinaba las emergencias y las catástrofes, tuvieron muchas felicitaciones por su trabajo hasta que nació el 112 y luego el 061, éste último asumió las competencias de la citada empresa; pero hubo un gran error. Bajo mi punto de vista, no se consiguió aprovechar la experiencia vivida en el centro de control existente y se empezó de cero y sin presupuesto, lo que dio lugar a muchos años de grandes críticas y descréditos.
Hoy en día en el sector social, hay empresas (brazos de la administración) que se dedican a atender a los usuarios:
- De ayuda programada a domicilio, limpieza del hogar, realizar las compras del usuario, higiene personal, etc.
- En caso de emergencia, clasificando su necesidad y movilizando los recursos pertinentes, tanto propios, unidades móviles de intervención domiciliaria, con vehículos y personal específico que se desplaza ante cualquier emergencia a los domicilios, valorando la situación y solicitando la ayuda necesaria, ambulancias, Uvis, Bomberos, Policía, médicos, familiares o amigos, etc, realizando si es necesario primeros auxilios hasta la llegada del recurso solicitado y todo coordinado y gestionado desde un Centro de Atención Permanente.
Creo que ésta es la pieza clave y urgente que habría que afrontar. Por un lado, la creación del catálogo de los nuevos profesionales que van a trabajar en el sector social, la especialización, el reconocimiento y el reciclaje de aquellos profesionales que ya existen; y, por otro lado, la coordinación de los recursos ya existentes en un centro coordinador de emergencias sociales, aprovechando lo que ya hay e incorporando a los profesionales necesarios y con experiencia contrastada para afrontar este gran reto: la recogida de las emergencias, la coordinación, el análisis y el cierre, además de otros servicios como la disponibilidad de los recursos existentes, nivel de ocupación de los hospitales geriátricos, residencias, etc., para derivar los casos extremos.
Personalmente espero que esta nueva ley venga cargada de alegrías y de buenas actuaciones, especialmente para las personas más necesitadas, ya que mi deseo es que el dinero de los contribuyentes sea bien invertido y se aproveche lo que ya existente para no duplicar costes, por el bien de los demandantes, dependientes o no, de los profesionales que nos dedicamos a esto y del resto de los ciudadanos.
- La metamorfosis del tercer sector - 4 mayo, 2007