Pareciera ya como algo normal que, ante un accidente u otro tipo de infortunio en la vía pública, la gente grabe lo que está sucediendo para acabar colgándolo en las redes sociales.
Los datos indican que a la gente este acto les parece “deplorable” y habría que preguntarse a quién le gustaría que le filmaran –o a su gente querida– en circunstancias críticas; sin embargo parece que esta conducta no tiene límites.
En el intento de reeducar a la población holandesa, la Cruz Roja de ese país ha puesto en marcha la campaña “No filmes, ayuda”. Ahí la policía se muestra impotente y sostiene que “filmar en la vía pública no es delito”. Mientras, en Alemania, “está prohibido filmar y fotografiar a las víctimas de un percance, y las multas pueden ascender a 1.000 euros”. El debate está servido.
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