Relatar vivencias traumáticas en nuestro trabajo nos lleva a pensar en la cantidad de personas que hemos atendido en los más de 25 años que llevamos actuando sanitariamente en las emergencias que suceden en la ciudad de Zaragoza desde 1983.
Desde entonces muchas cosas han cambiado, personas, técnicas, materiales, etc. pero hay algunas otras que no lo han hecho: el dolor de los accidentados, el desconsuelo, la muerte.
Si nos paramos a pensar en nuestras vivencias traumáticas siempre ponemos en primer lugar las de los propios accidentados o enfermos, ellos si que están viviendo la experiencia traumática, nosotros al fin y al cabo somos actores secundarios en esa película.
Por ejemplo, atendemos un accidente de tráfico con dos vehículos implicados, en la que han resultado varios heridos graves y algún muerto. Las vivencias traumáticas son las de los supervivientes, a nosotros nos podrá afectar más o menos pero son ellos los verdaderos perjudicados.
En ocasiones sí somos los protagonistas, pero se debe a nuestra propia condición como seres humanos interrelacionados con otros: muerte de un familiar, enfermedad grave, separación matrimonial, cese o despido en el trabajo, etc.; estas sí que son circunstancias que nos hacen vivir experiencias traumáticas en primera persona.
Haciendo memoria de las intervenciones vividas a lo largo de estos veintisiete años son muchos los siniestros, incendios, accidentes, rescates, salvamentos, etc. pero, puestos a destacar uno de ellos, tanto por el número de víctimas como por su repercusión paso a relataros este siniestro:
Es mi último servicio en este ciclo de trabajo, es sábado por la noche y después de pasar revista a vehículos y material, comparto cena con los bomberos del turno de servicio en el comedor del Parque 1 de Bomberos de Zaragoza.
Las conversaciones giran alrededor de la Navidad recién pasada con nuestros familiares, de un roscón de nata que ha traído un compañero y sobre los últimos servicios atendidos en la semana.
La impresión general es que hemos tenido un ciclo muy tranquilo y todos los siniestros se han resuelto sin complicaciones.
Mientras tanto en el Centro de comunicaciones 080 se recibe una llamada de auxilio:
—Bomberos dígame.
—¡Hay fuego en la discoteca Flying! ¡Vengan rápido! ¡Estoy llamando desde una cabina telefónica!
Lo señalado en cursiva a continuación, es el relato extraído (con autorización del autor) del artículo original sobre el Incendio de la discoteca Flying escrito por el suboficial Antonio Ponz Lara y publicado en el número 14 de la revista 080, págs. 48-50.
Domingo 14 de enero de 1990, 2h 40’ A.M.
[…] Ante la imposibilidad de comprobar la llamada1 se envía un tren de ataque constituido por los siguientes vehículos: Bomba Urbana Pesada, Escalera y Unidad de Mando y Comunicaciones del parque de zona Nº 2 que cubre la zona centro y casco viejo de la ciudad. Simultáneamente se desplaza desde el parque central otra Bomba Urbana Pesada y la Ambulancia. Cada una de las dotaciones están formadas por 4 bomberos, 1 cabo y 1 conductor.2
Desde Parque 2 hasta la discoteca el recorrido es sinuoso y el acceso a la calle Don Teobaldo suele ser complicado, ya que la calle es estrecha y poco antes de la discoteca hace una curva bastante cerrada. El trayecto se realiza en un tiempo de 4 minutos. Durante el recorrido la central nos comunicó que probablemente hubiera personas en el interior de la discoteca.
La Bomba de Parque 1 fue la primera en llegar por c/ Teobaldo, le seguirían las dotaciones de Parque 2 y la Ambulancia que accedió por el Coso en dirección prohibida. Posteriormente esta calle quedo cortada al tráfico quedando reservada a los servicios de emergencia.
Al llegar al servicio se observan dos masas de humo que salen al exterior del local por ambas puertas (c/Teobaldo y c/Trinidad) asimismo por las rejillas de ventilación situadas próximas a la entrada de emergencia y a una altura de unos tres metros salen grandes llamaradas que afectan a una línea de suministro eléctrico y pueden presentar riesgo de propagación vertical del fuego a los pisos superiores. Se instaló en primer lugar un tendido de 45 mm para el ataque por la puerta principal y otro de igual sección por la puerta de emergencia para evitar la propagación por el exterior. Simultáneamente se realiza la inspección y evacuación de los vecinos del inmueble afectado. La gran mayoría ya lo había hecho de motu propio a nuestra llegada lo que nos facilito la labor. Vista la envergadura del siniestro se solicitó a la Central: personal de refuerzo, numerosas botellas de aire, así como el extractor de humos y que se pasase aviso a la Jefatura de servicio,3 y autoridades. Puestos en contacto en esos momentos con el encargado de la sala, éste me informó de que al menos había 20 personas en el interior de la discoteca. […]
En los primeros momentos hubo que atajar enérgicamente alguna iniciativa de actuación desesperada de algún ciudadano que pretendía ofrecer soluciones espontáneas. Gracias a que el incendio se controló rápidamente, a que en un periodo muy corto se comenzó a sacar cadáveres y a la propia magnitud de lo que allí estaba ocurriendo, no hubo mayores incidentes con las personas que estaban en el exterior.
[…] A los 10-15 minutos el fuego está controlado y a las 03’10 el incendio está sofocado, si bien las calorías y el humo seguían dificultando el acceso pleno al interior. Se estableció un segundo tendido de 45 mm para iniciar el descenso al sótano. Ya en los primeros escalones se encontró a la primera víctima y única que logramos salvar con vida aunque sufrió graves quemaduras.4 El descenso siguió siendo penoso y la recuperación de cadáveres, continua. Hay que señalar que la evacuación de cada víctima en esta fase del siniestro (no hay visibilidad, no conocemos el lugar y la atmósfera es irrespirable) obliga a formar varios equipos de 3 o 4 bomberos equipados con Equipos de Respiración Autónomos para sacar cada uno de los cuerpos al exterior. Nos vimos obligados a realizar esta evacuación ante la mínima esperanza de que pudiera haber algún superviviente entre los cuerpos rescatados, cosa que no se podía constatar por el momento en la zona del sótano. En pocos minutos la zona de acceso de la discoteca comenzó a llenarse de cadáveres.
Cuando se habían sacado la primera veintena de cadáveres, las informaciones que nos llegaban del interior confirmaban que el número de víctimas era superior a lo previsto. Se instala en la zona de acceso el extractor de humos para facilitar el acceso al sótano por este punto. También aquí se comenzó a encontrar cadáveres cada pocos pasos. En esta zona se encontraron varios grupos de dos o tres personas amontonadas que habían intentado encontrar la salida, otros cuerpos aparecieron en los cuartos próximos a la salida en planta calle, y o bien se habían refugiado allí o se habían extraviado por el humo.
La primera y única víctima fue trasladada por la ambulancia de bomberos al Servet.5 El resto de cadáveres se optó por irlos introduciendo en sacos de plástico y se formaron dos hileras en la calle Trinidad para su posterior identificación y traslado al anatómico forense; la tétrica imagen quedaría reflejada por numerosas fotografías en la prensa los días siguientes.6
A las 3’30 h, 43 cadáveres han sido rescatados y un herido grave trasladado.
Insisto en señalar la dificultad que representó la evacuación de los 43 cadáveres desde el sótano y el esfuerzo que supuso para los bomberos que allí intervinieron, el peso de los cuerpos inertes, el del propio equipo personal, la atmósfera agresiva del local, el estrés psicológico por lo que allí estábamos encontrando y la frustración de la macabra recompensa que nuestro trabajo estaba teniendo; quien más y quien menos, aunque en estos momentos no lo exteriorizáramos, en días posteriores iríamos asumiendo la experiencia vivida.
Si bien en los primeros momentos evacuamos a las víctimas conforme se iban encontrando (cogiéndolas de las extremidades) posteriormente, ante la gran cantidad de cuerpos que colapsaban el hall y los que aun quedaban en el interior, ya libre de humo en gran medida y contrastado que no quedaba nadie con vida, se optó por introducir los cadáveres allí mismo en sacos herméticos y sacarlos en camillas de palas al exterior.
Aquí debo anotar que, efectivamente, lo que yo vi fue que muchos cadáveres se encontraban sentados en los reservados en posturas relajadas, diseminados por la pista de baile o en grupos que probablemente segundos antes habían estado hablando sin prestar atención a lo que sucedía alrededor suyo, incluso sentados en banquetas en la barra del barra del bar o caídos junto a ella, no recuerdo signos de especial crispación o tensión en sus rostros, creo que la mayoría de ellos murió sin prácticamente darse cuenta, no así aquellos que pretendían encontrar la salida y fallecieron amontonados en la escalera o extraviados en los cuartos próximos a la salida de emergencia.
Desde el momento de llegar al siniestro al ver la cantidad de humo que salía del interior del local y comunicarnos que había personas en el interior del local tuvimos conciencia que este incendio tendría un coste de vidas humanas si bien no podíamos llegar a suponer que en ese número. Los primeros indicios del siniestro me hicieron suponer que el volumen y magnitud del fuego eran mayores y temer que una localización dificultosa del foco del fuego prolongara las labores de extinción y el consiguiente acceso y rescate de víctimas, con lo que ese tiempo podía suponer para las personas del interior, así como la presión social que esto supondría tanto en el momento como a posteriori. […]
La realidad fue distinta para nosotros y, lo que fue incendio, se controló y extinguió de forma rápida, de hecho como incendio este siniestro tuvo poca envergadura. La actuación de los bomberos, en mi opinión, fue modélica. Las fases de extinción, penetración, extracción de humo, acceso, salvamento y rescate, se escalonaron en el menor tiempo posible.
En lo que fue el desarrollo de nuestro trabajo considero que hubo suerte, en tener el acceso libre para los vehículos hasta el lugar del siniestro, en no encontrarnos una carga de fuego muy alta que hubiera demorado la extinción. Se hicieron las cosas bien, se fijo un sistema de trabajo, y se fue llevando a cabo ordenadamente. Hubo mucho de entrega personal por una gran parte de los bomberos intervinientes, entrega que va mas allá de la obligación profesional de cada uno y que se agradece sin palabras en situaciones como ésta donde, por otro lado, sueles encontrarte habitualmente muestras de ella. […]
Atender las dificultades que pudieran presentar la extinción, el salvamento de víctimas y la posterior evacuación de todos los cadáveres conllevaba la necesidad de disponer de suficiente personal para establecer equipos de trabajo y sus correspondientes relevos. Una vez realizada la extinción y el grueso de la evacuación de los cadáveres se fue retirando personal y medios progresivamente hasta que se dio por finalizada la intervención directa en el siniestro. […]
A veces el subconsciente mantiene extrañas imágenes y bloquea otras, probablemente más horribles de situaciones vividas tan extremas. En mi caso guardo dos de forma muy clara con respecto a este siniestro:
- La mirada perdida, consternada, impotente del ATS, en medio del sótano de la discoteca rodeado de cuerpos inertes, ante los que nada se podía hacer ya, y su muda reticencia a dejar el local mientras lo acompañaba al exterior del mismo.
- La densa niebla que cubría Zaragoza a las 7 de la mañana del domingo 14 de enero de 1990, al dejar el Parque de Bomberos una vez finalizado el turno de noche, una niebla fría y húmeda que apenas dejaba ver y te hacia andar arrebujado en tu ropa de abrigo y que escondía la terrible noticia que pronto iba a sacudir a toda la ciudad.
- Al realizarse la llamada de auxilio desde una cabina, el sistema de comunicaciones no puede comprobar la llamada.
- Desde el año 1983 hasta el 2000, la plantilla sanitaria de bomberos la formábamos un médico y cinco enfermeros y la dotación de la ambulancia de bomberos esa noche era de enfermero, conductor y bombero. Por las mañanas de lunes a viernes también se completaba con el médico. Desde el 2000 hasta nuestros días la plantilla está compuesta por diez médicos y nueve enfermeros, y la dotación de las dos UVIS-móviles es de médico, enfermero, conductor y bombero auxiliar de ambulancia.
- También se avisó al médico de bomberos.
- El traslado se realizó a la Unidad de Quemados del Hospital Miguel Servet, la víctima presentaba quemaduras en un brazo que posteriormente le fue amputado.
- Me puse en contacto con el Jefe de Quemados en previsión de que pudiera haber más personas afectadas de quemaduras. Más tarde se comprobó que no iba a hacer falta.
- En los primeros momentos se trasladaron tres cadáveres hacia los hospitales por parte de algunas ambulancias. La decisión de agrupar a los cadáveres en el exterior fue tomada desde un punto de vista práctico y logístico esperando la presencia del forense para proceder más tarde al traslado hacia el Instituto Anatómico Forense de todos las víctimas, evitando así a las familias un peregrinar por los hospitales buscando a sus seres queridos.
- Desde el interior de la Flying - 5 noviembre, 2010